Cuando los Misioneros de la Misericordia fuimos recibidos por el papa Francisco el 10 de abril último, aguardábamos sus palabras con la certeza de que serían iluminadoras, como lo fueron el día en que recibimos el nombramiento, en febrero de 2016. Esta vez, el Papa partió en su discurso de un texto del profeta Isaías: “El Señor consuela a su pueblo y tiene misericordia de sus pobres. Sion dijo: “El Señor me ha abandonado, el Señor me ha olvidado”. ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido“(Is 49.8.13-15).
Si en el Antiguo Testamento encontramos una declaración de amor tan entrañable, qué no significará la declaración de Jesús, el Hijo amado de Dios, en el Evangelio: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.”
Santa Teresa dice en una ocasión a sus monjas: “No os pido que hagáis muchas lucubraciones. No os pido más que le miréis”. Hoy es suficiente dejarse decir las palabras que Jesús dirige a los suyos: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.”
He tenido ocasión de leer alguna de las meditaciones de los ejercicios que el P. José Tolentino ha dirigido este año al Papa y a la Curia, y me ha impresionado la exégesis que hace del diálogo de Jesús con la samaritana. El vicedecano de la Universidad Católica de Lisboa interpreta la imagen de Jesús, sentado sobre el pozo de Jacob, como la de un mendicante que solicita a la mujer: “Dame de beber”. Y comienza su meditación: “Sorprendido de nuevo”, “Sorprendido una vez más”.
Y al leer hoy la declaración de Jesús: “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido”, me vienen a la memoria las palabras que nos dirigió Mons. Patrón, secretario de la Congregación para el Clero, a los Misioneros de la Misericordia de lengua española. Él partió de la actitud del asombro: “El asombro, pienso debe ser la primera perspectiva desde donde consideremos “el pecado y la misericordia en la vida sacerdotal”. Cada uno de nosotros ha sido llamado por “pura misericordia” por el “Señor de la misericordia”. No en virtud de sus méritos u obras; y en muchas ocasiones a pesar de las situaciones de pecado en las que algunos lamentablemente nos pudimos encontrar y desde las cuales fuimos rescatados.”
Sorpréndete: Tú eres llamado amigo por Jesús. A ti se te declara el amor de Dios. Déjate amar, déjate curar, déjate perdonar, y no mires atrás.
Ángel Moreno Buenafuente