II Jueves de Adviento

Monición

Estamos cruzando el ecuador del tiempo de Adviento. La Palabra nos ofrece el paisaje más fascinante con toda clase de árboles en medio del desierto, transformado en oasis.

Las imágenes contrapuestas del desierto y del lugar frondoso se emplean para señalar el cambio entre el tiempo de espera de la llegada del Mesías y el de su visita. Entre las distintas manifestaciones religiosas en este tiempo de preparación de la Navidad encontramos la llamada corona de Adviento, hecha con ramas de abeto, de pino, de laurel…

En Alemania los presbiterios de las iglesias se pueblan de árboles de hoja perenne, representando la visión del profeta del desierto convertido en vergel.

Texto bíblico

“Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Alumbraré ríos en cumbres peladas; en medio de las vaguadas, manantiales; transformaré el desierto en estanque y el yermo en fuentes de agua; pondré en el desierto cedros, y acacias, y mirtos, y olivos; plantaré en la estepa cipreses, y olmos y alerces, juntos. Para que vean y conozcan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.”

Texto místico

¡Oh bosques y espesuras/ plantadas por la mano del Amado!/ ¡Oh prado de verduras,/ De flores esmaltado!/ Decid si por vosotros ha pasado  (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 4).

Texto pontificio

«Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados». Porque «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios» (Francisco, LS 8).

La palmera

«Si obedeces fielmente la voz del Señor tu Dios y obras lo recto a sus ojos, escuchando sus mandatos y acatando todas sus leyes, no te afligiré con ninguna de las plagas con que afligí a los egipcios; porque yo soy el Señor, el que te cura». Después llegaron a Elín, donde hay doce fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí junto al agua (Ex 15, 26-27).

La palmera es el árbol característico de los oasis; ella nos regala sombra y frutos dulces, símbolo de la presencia del Señor.

¿Sientes la cercanía de la presencia divina en algún momento del día?

Ángel Moreno Buenafuente