Jesús: Pastor y Sacerdote

En la 1ª lectura de la Misa de hoy, el profeta Jeremías llena de gozo al pueblo, hablándoles de salvación. El Señor reunirá y repatriará a los dispersos del pueblo, de todos los lugares a los que habían sido desterrados. Era toda una multitud, grande y plural. El Señor será para ellos un padre que los conducirá a los torrentes de agua viva. Será así el salvador de Judá y también de las tribus del Norte.

La 2ª lectura, tomada de la Carta a los Hebreos, trata del Sumo Sacerdote. Tomado de entre los hombres, asume sus necesidades representándoles en el culto a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados de ellos y por los suyos propios. Para acceder a ese cometido, necesita ser llamado por Dios como Aarón. Cristo, que no era de la tribu de Leví, sino de la de Judá, no se arrogó la condición de Sumo Sacerdote, sino que lo ha autentificado el Padre, considerándolo Sumo Sacerdote, según el rito de Melquisedec. Ejerce su oficio en la gloria celestial, ante el Padre.

El Evangelio muestra a Jesús, que se encuentra junto a Jericó con el ciego Bartimeo. Este da gritos clamando por el hijo de David. Jesús le pregunta qué desea. Él responde que tener vista. Jesús actúa como el mesías esperado, que iba a curar a mucha gente. En este caso, después de curarlo, le dice que su fe lo ha salvado. Cierto que lo salvó, porque no solo le dio vista a sus ojos, sino que el antes ciego seguía por el camino a Jesús, que es la fuente de la vida.

José Fernández Lago