Llamados a la santidad

Por el bautismo hemos sido hechos hijos de Dios, llamados a la santidad, incorporados a un pueblo de sacerdotes, profetas y reyes, a un pueblo santo.

Los bautizados nos llamamos cristianos, nos profesamos creyentes, ¿pero cuál es la diferencia entre uno que se dice creyente y otro que camina hacia la santidad?

  • El que se dice creyente, muchas veces, vive regido por los preceptos. El que como discípulo de Jesús camina hacia la santidad vive relacionado con Dios.
  • El que se dice creyente ha aprendido conceptos y conocer las verdades de fe. El que camina como discípulo de Jesús ha experimentado el amor de Dios.
  • El que se dice creyente cabe que llegue a tener una conducta honesta y cumplidora. El discípulo se sabe siempre perdonado por Dios.
  • El que se dice creyente vive muchas veces en el plano natural y juzga la realidad desde las categorías humanas. El discípulo, que camina hacia la santidad, viven siempre en una dimensión teologal y mira la realidad con ojos de fe.
  • El que se dice creyente apela al sentido común y a la lógica como criterios de conducta. El que discípulo contrasta su vida con la Palabra de Dios, y sigue las paradojas del Evangelio.
  • El que se dice creyente cabe que tenga hasta conciencia de cumplidor. El que como discípulo camina hacia la santidad, se sabe siempre superado por lo misericordia.
  • El que se dice creyente se justifica con las prácticas religiosas y hasta con gestos de generosidad. El que como discípulo de Jesús camina hacia la santidad ama y no lleva cuentas del bien que hace.
  • El que se dice creyente ante lo adverso y doloroso se paraliza. El que camina detrás de Jesús confía en las pruebas, y espera siempre en la Providencia.
  • El que se dice creyente es posible que se busque a sí mismo en todo lo que hace. Quien camina hacia la santidad busca enteramente a Dios y desea cumplir su voluntad.
  • Solo Dios es santo, y quien participa en la santidad divina camina con conciencia de redimido y de perdonado.
  • El que se cree creyente funda su proyecto de vida en sus fuerzas. El que camina hacia la santidad, además de poner todo de su parte, se fía de Dios y confía en la gracia.
  • El que se cree creyente, ante el futuro, en muchos momentos siente el abismo. El que camina detrás de Jesús sabe y cree que la meta es luminosa y esperanzadora.

El que se cree creyente vive, en tantas ocasiones, inconsciente de la presencia divina que le habita. El que camina hacia la santidad permanece atento y sensible ante la mirada de Quien sabe que le ama.

Ángel Moreno Buenafuente