Momento Blanco, en Cope: El “blues” del estibador

Acabo de llegar al puerto, “estibado” amigo. Descargas las bodegas del “Esmeralda de los mares” con la asombrosa facilidad de quien organiza el maletero de un coche sin carné para aspirarlo. Acostumbrado a alzar pesos, te atreves a elevar la voz en mundos de crisis para sacarle el mejor rendimiento a tu trabajo. Dicen que podrías ser de Ourense, si quisieras, porque afilas bien tus derechos, “estibador y paragüero.

Recorres muy de madrugada la orilla del muelle oeste. Allí los errantes “muxos” se despiertan para saludarte con su beso un tanto astroso, a la vez que tierno. Y tú recuerdas que esa mar aún trae las sales de los viajeros de patera que ya no parecen escocer a nadie. Con la espalda apoyada en el “noray”, piensas en los mil méritos de tu esposa y prometes serle fiel aunque es de noche. Tus fuertes manos, sólo la acariciarán.

Amanece. Has terminado hace tiempo. Imaginas futuras mercancías: ¿cargarán los estibadores las naves de un viaje hacia esos 7 planetas descubiertos en la constelación de Acuario? “Desertaste del arado”, para no sudar en campos que esconden urbes romanas, como la villa caracense. Y desearías eliminar el Valium de cena de las familias, trayendo paz, al izar del fondo marino los restos de sus desaparecidos.

Manuel Ángel Blanco
(Cope, 24 de febrero de 2017)