XIII Domingo del Tiempo Ordinario: hospitalidad

En tiempo de los patriarcas

«Señor mío, si te he caído en gracia, ea, no pases de largo cerca de tu servidor. Ea, que traigan un poco de agua y lavaos los pies y recostaos bajo este árbol, que yo iré a traer un bocado de pan, y repondréis fuerzas». Dijeron ellos: «Hazlo como has dicho» (Gen 18, 3-5).

En tiempo de los profetas

-Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil y así cuando venga a visitarnos se quedará aquí (1Re 4,14-15).

En el salterio

Dichoso el que se apiada y presta (Sal 112, 6)

Evangelio

“El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro” (Mt, 10,42).

Primeros cristianos

“Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno” (Act 2, 44-45).

Los Padres

¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? (San Juan Crisóstomo)

Experiencia mística

TENGO SED DE TI. Tengo sed de amarte y de que tú me ames. Tan precioso eres para mí que TENGO SED DE TI. Ven a Mí y llenaré tu corazón y sanaré tus heridas. Te haré una nueva creación y te daré la paz aún en tus pruebas. TENGO SED DE TI. Nunca debes dudar de Mi Misericordia, de mi deseo de perdonarte, de Mi anhelo por bendecirte y vivir Mi vida en ti, y de que te acepto sin importar lo que hayas hecho. TENGO SED DE TI (Santa Teresa de Calcuta).

Consideración

Es tiempo de verano, de convivencia y de hospitalidad. Algunos, al acoger, recibieron a ángeles. Y también es tiempo de contemplación, de dejarte amar por Dios, de saciar su sed de ti.

Ángel Moreno Buenafuente