XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, “A”

Texto profético

“Preparará el Señor de los Ejércitos para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos.”

Texto sálmico

“Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.”

Texto apostólico

“Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia”.

Texto evangélico

“Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.”

Texto patrístico

Acerquémonos y saciémonos. ¿Quiénes se acercaron sino los mendigos, los débiles, los cojos y los ciegos? No vinieron los ricos sanos, quienes creían que andaban bien y que tenían la vista  despierta,  es  decir,  los  que  presumían  mucho  de  sí  y,  por  lo  mismo, casos   más   desesperados   cuanto   más   soberbios.   Vengan,   pues,   los mendigos,  ya  que  invita  el  que  siendo  rico  se  hizo  pobre  por  nosotros,  para que  los  mendigos  nos  enriqueciéramos  con  su  pobreza.  Vengan  los  débiles,  porque  no  necesitan  del  médico  los  sanos,  sino  los  enfermos.  Vengan  los  cojos  diciéndole:  ‘Endereza  mis  pasos  conforme  a  tu  palabra’.  Vengan los ciegos con estas palabras: ‘Ilumina mis ojos para que jamás me duerma en la muerte“(San Agustín, Sermón 112,8).

Texto místico

“En la interior bodega/ de mi Amado bebí, y cuando salía/ por toda aquesta vega,/ ya cosa no sabía,/ y el ganado perdí que antes seguía.

Allí me dio su pecho,/ allí me enseñó ciencia muy sabrosa,/ y yo le di de hecho/ A mí, sin dejar cosa;/ allí le prometí de ser su esposa” (San Juan de la Cruz, Cantico Espiritual 26-27).

Consideración

Estamos invitados a participar del banquete del Señor, del Pan santo de la Palabra y de la Eucaristía. Ni debiéramos rehusar la invitación, ni acercarnos de manera pretenciosa. Hoy es la fiesta de Santa Teresa de Jesús, ella tuvo las mayores gracias al tiempo de comulgar.

Nadie está excluido de la comunión, salvo aquel que se cree autosuficiente y usurpa la identidad que solo se recibe por la misericordia divina.

Ángel Moreno Buenafuente