III Domingo de Adviento

Monición

Dentro de las imágenes utilizadas por los profetas para anunciar los tiempos mesiánicos, no solo se halla la enumeración de diferentes especies de árboles que vuelven a poblar el desierto que ha originado el pecado y lo convierten en el espacio frondoso del Edén, sino que también aparecen las flores y los aromas extraídos de las resinas de los árboles.

Al igual que el Creador dispone el jardín primero para colocar en medio al hombre y a la mujer, así imaginan las Escrituras que sucederá también cuando venga el Mesías. Pero será el mismo Salvador quien restaure la Creación.

Si miramos a los Evangelios, al inicio de su vida pública Jesús aparece tentado en el desierto, como lo fueron los primeros padres. Pero si la desobediencia volvió el Paraíso en desierto, la obediencia convirtió el desierto en huerto, y el huerto, en jardín. Y en la mañana de Pascua Jesucristo ofrecerá a su Padre la nueva creación.

Texto bíblico

“Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos”.

Textos místico

Quedéme y olvidéme,/ el rostro recliné sobre el Amado,/ cesó todo y dejéme,/ dejando mi cuidado/ entre las azucenas olvidado (San Juan de la Cruz, Noche Oscura 8).

Texto pontificio

“Es importante leer los textos bíblicos en su con­texto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a « labrar y cuidar » el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras « labrar » significa cultivar, arar o trabajar, « cuidar » significa pro­teger, custodiar, preservar, guardar, vigilar” (Francisco, LS 67).

Áloe

“Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido/ con óleo de alegría más que a tus compañeros;/ mirra y áloe y casia son todos tus vestidos” (Sal 45).

¿Sientes la fragancia de la santidad? ¿La buscas? ¿Detrás de qué aromas caminas?

Ángel Moreno Buenafuente