XXX Domingo del T. O. “A”

Texto evangélico

-Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»

Texto patrístico

“Por ello, hermanos, cumplamos la voluntad del Padre, guardemos casto nuestro cuerpo, observemos los mandamientos de Dios, y así alcanzaremos la vida eterna.” (Anónimo).

“¿Y qué soy yo para ti, para que me mandes que te ame y si no lo hago te aíres contra mí y me amenaces con ingentes miserias? ¿Acaso es ya pequeña la misma miseria de no amarte? ¡Ay de mí! Dime, por tus misericordias, Señor y Dios mío, qué eres para mí. Di a mi alma: «Yo soy tu salvación». Que yo corra tras esta voz y te dé alcance. No quieras esconderme tu rostro. Muera yo para que no muera y para que lo vea.” (San Agustín, Confesiones)

Texto místico

“… siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil y obraremos muy en breve y muy sin trabajo” (Santa Teresa de Jesús, Vida 22, 14).

Texto pontificio

“La alegría del perdón es difícil de expresar, pero se trasparenta en nosotros cada vez que la experimentamos. En su origen está el amor con el cual Dios viene a nuestro encuentro, rompiendo el círculo del egoísmo que nos envuelve, para hacernos también a nosotros instrumentos de misericordia” (Francisco, Misericordia et misera 3).

Consideración

El precepto puede parecer excesivo cuando no se experimenta el amor. Solo cuando uno se ha sentido amado, perdonado y acogido, le nace de manera espontánea devolver lo que ha recibido gratuitamente, el sentirse amado.

Dios es amor, y cuando nos sentimos amados por Él, amarlo no es un mandamiento, sino una necesidad. Mas no se puede amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al prójimo al que vemos.

Ángel Moreno Buenafuente